Alexa, Alert Me When the Revolution Comes: Gender, Affect, and Labor in the Age of Home- Based Artificial Intelligence

Cita: 

Schiller, Amy y John McMahon [2019], “Alexa, Alert Me When the Revolution Comes: Gender, Affect, and Labor in the Age of Home- Based Artificial Intelligence”, New Political Sciences, Routledge, 41(2): 173-191, https://doi.org/10.1080/07393148.2019.1595288

Fuente: 
Artículo científico
Fecha de publicación: 
Marzo, 2019
Tema: 
La inteligencia artificial doméstica y la reproducción social: enfoque marxista-feminista.
Idea principal: 

Amy Schiller es candidata a doctora en ciencias políticas en The City University of New York.

John McMahon es profesor asistente de ciencias políticas en SUNY Plattsburgh.


Introducción: Alexa, ¿puedes pasar la prueba de Turing?

Este artículo examina críticamente las potencialidades de la Inteligencia Artificial (IA) doméstica, entrelazando la teoría del afecto, las trayectorias del feminismo marxista y los estudios sobre el género y raza del trabajo doméstico para politizar los circuitos del trabajo reproducidos y producidos por Alexa, el asistente personal de Amazon.

El artículo pretende ampliar la comprensión del trabajo reproductivo, es decir, el trabajo computacional de gestión doméstica del "servidor social". De esta manera, una modalidad de trabajo cada vez más visible, como la IA doméstica, crea una instancia adicional de la fábrica social, concepto cuestionado por marxistas y feministas- marxistas.

Los autores, influenciados por la idea de Kylie Jarrett de analizar el trabajo digital a través del feminismo marxista, demuestran que su marco es esencial para lidiar con las fuerzas del afecto, el género, la racialización, el capital, la máquina y la cognición; características que se encuentran en la IA doméstica.

La IA doméstica se estudia como una conjunción entre el trabajo digital y afectivo que Jarrett teoriza a través de la figura de la "ama de casa digital", además plantea preguntas y paradojas que deben ser estudiadas desde un enfoque crítico. Debido a lo anterior, los autores puntualizan que la IA doméstica cumple parcialmente los objetivos del feminismo marxista para hacer visible el trabajo reproductivo y, al hacerlo, transformar la relación entre el capital, el trabajo y el individuo.

Sin embargo, el reconocimiento del trabajo cognitivo y afectivo en forma de robot amigable no es necesariamente emancipatorio, ya que los sistemas como Alexa reproducen las economías de género racial existentes.

Es decir, incluso con este nuevo trabajo doméstico, Alexa no transforma al trabajo. Los autores argumentan que en ausencia de una política crítica del trabajo doméstico, el hogar se convierte más plenamente en parte de la fábrica social explotadora, en lugar de transformar las relaciones políticas, económicas, sociales, de género, raciales y afectivas de la fábrica en sus diversas formas.

Alexa, ¿qué es la fábrica social? Enfoques feministas marxistas para
el trabajo doméstico

En este apartado los autores explican el concepto central que utilizarán a lo largo del texto: "fábrica social", término usado por las feministas marxistas y el movimiento Transnacional Wages for Housework, que plantea retratar el hogar y las tareas domésticas como los cimientos del sistema fabril. En lugar de aislar la producción capitalista en el territorio del trabajo asalariado, estos enfoques analizarán la fábrica social no como una fase abstracta del capitalismo, sino más bien como una articulación del hogar como centro de fuerza de trabajo y reproducción.

En la fábrica social, la reproducción de la capacidad laboral se basa en mantener el cuerpo vivo y saludable. La preparación del trabajo requiere restaurar músculos, nervios, huesos y cerebros; demás, el trabajo, en toda la fábrica social, implica un esfuerzo repetitivo.

Partiendo del principio de que ningún espacio está libre de relaciones capitalistas, Wages for Housework extendió el tratamiento de la omnipresencia del trabajo al capitalismo hasta su conclusión marxista lógica, la de una lucha salarial.

El feminismo marxista explícitamente supone una mujer sin raza, pero implícitamente figurada como blanca. A este respecto, el feminismo de mujeres de color problematiza las teorías feministas del trabajo y las complejidades racializadas del trabajo doméstico que invisibilizan. Así, los autores citan a Gloria Joseph, quien sostiene que el feminismo marxista suele ser racialmente ciego, de una manera que hace una grave injusticia a las mujeres negras.

Asimismo, los relatos sobre el trabajo de las mujeres de color proporcionan una comprensión clara de las nuevas formas de trabajo de los sujetos moldeados por la IA doméstica: a través de la atención a las relaciones de dominación e invisibilidad, y la capacidad de replicación para descargar tareas desagradables a la clase trabajadora.

Entonces, la simultaneidad de presencia y ausencia, de familiaridad y dominación, son dinámicas importantes en las amas de casa específicamente digitalizadas, ya que la reproducibilidad de las relaciones domésticas se expanden no sólo a las trabajadoras del hogar, sino también a los utensilios de trabajo.

Los autores pretenden demostrar que la IA doméstica funciona como una ama de casa digital que realiza y remezcla las corrientes de trabajo y afecto. Por esta razón, la preocupación clave sigue siendo si las amas de casa digitales pueden generar lucha social, o si la IA representa otro eslabón en la cadena de nuevos subalternos domésticos.

Alexa, ¿cómo me siento? IA doméstica y la circulación del afecto

En esta sección los autores plantean que la fábrica social y la reproducción social constituyen un vector de aproximación a la IA doméstica, por lo que se examina qué es exactamente lo que la IA doméstica produce y reproduce en el hogar a medida que la fábrica se vuelve informática en lo emocional y en la forma en que estos dispositivos producen subjetividades.

Por esta razón, los autores citan a Hochschild, quien hizo un estudio sobre género y trabajo emocional desplegado en la figura del robot, lo cual ayuda a establecer los elementos para un análisis de la inteligencia artificial doméstica. Hochschild sostiene que la transmutación de los sentimientos privados en un componente de la circulación económicas hace que el trabajo emocional sea un proceso de instrumentalización y alienación de la emoción. En su estudio de caso sobre azafatas, Hochschild recurre al robot entendido como un frustrante sentimiento humano y como una forma de criticar las demandas del trabajo emocional en el capitalismo tardío: se espera que los trabajadores tengan emociones, pero el hecho de que no las sientan auténticamente hace que entren en modo robot, ya que se retiran a la actuación superficial y fingen estar mostrando sentimientos.

Por lo tanto, se construye una marcada división humano/máquina (humanidad como un sentimiento genuino y la robotización como un comportamiento antihumano mercantilizado). Sin embargo, la IA doméstica adquiere un comportamiento más humano que los robots que Hochschild imagina.

Alexa, por ejemplo, recibe un nombre humano y femenino, conversa con humanos en su idioma y pronto puede reconocer y responder a su emoción. Así, la IA basada en el hogar extiende la mercantilización del sentimiento de género que Hochschild identifica, pero también provoca lo contrario, una humanización de lo que es o hace un robot. La IA en el hogar intenta proporcionar el mismo trabajo emocional de la esfera pública a la persona que realiza el trabajo doméstico en el hogar.

Hochschild también observa que el "proletariado emocional" se ha automatizado a través de cajeros automáticos, comprando boletos en línea o utilizando cabinas de peaje automáticas y al mismo tiempo, ha surgido una vida privada comercializada para difuminar las reglas de sentimiento de mercado y hogar.

Para los autores, la IA doméstica de esta esfera privada comercializada conecta a la mano de obra doméstica con las cadenas de suministro globalizadas como Amazon, y con servicios hiperlocales como el uso de aplicaciones para ordenar la entrega de alimentos de restaurantes situados a 4 cuadras de distancia, por ejemplo. De la misma manera, construye nuevas reglas de sentimientos al proporcionar una especie de compañía emocional a los usuarios.

A su vez, Shiloh Whitney teoriza la transmisión afectiva y la indigestión como un enfoque alternativo para lidiar con las complejidades de la circulación del afecto y la emoción que gira alrededor de la IA doméstica. Whitney se basa en el estudio sobre el trabajo afectivo de las trabajadoras domésticas migrantes para ofrecer una conceptualización menos afectiva y más multidireccional del afecto y el trabajo. Enfatiza la metabolización de los afectos, la forma en que son absorbidos y expulsados ​​en un proceso de alimentación y liberación afectiva, centrándose en los trabajadores domésticos racializados, porque estos trabajadores experimentan dicha metabolización del afecto.

Whitney también explica cómo el trabajo de transmisión afectiva puede ser opresivo, ya que ella argumenta que a las mujeres de color migrantes se les exige que proporcionen rejuvenecimiento afectivo al espacio vacío y frío de los hogares blancos de élite a través de la transmisión de afecto alegre.

El artículo menciona que esa es la fantasía de relación entre las personas y el dispositivo de IA doméstico, ya que respondería sin compromisos inesperados, conservando sólo aquellas directivas que le permitan anticipar y realizar las tareas deseadas de su dueño.

Asimismo, Amazon ha estado investigando y desarrollando productos para que Alexa reconozca el tono de voz del usuario. En 2018, Amazon obtuvo una patente sobre su programación de reconocimiento emocional y detección de enfermedades, con la expectativa de que se incorporará a los dispositivos de Alexa.

Tales desarrollos equipan a Alexa para realizar una gestión de residuos afectiva del tipo que Whitney identifica: el usuario humano transmite algunos subproductos afectivos negativos a Alexa, que absorbe esos efectos negativos, transmitiendo un efecto calmante positivo que desactiva la carga negativa.

Los autores tienen dos puntos al respecto:

1. La latente absorción de la transmisión afectiva, ofrece una idea del potencial para disminuir las demandas afectivas de los trabajadores domésticos contratados de color, que experimentan una forma de "injusticia afectiva" en su trabajo.

2. En estos escenarios, la tecnología podría exacerbar los modos predominantes de dominación racializada y clasificada: los sistemas domésticos de IA pueden replicar las relaciones de dominación que tienen lugar dentro de los hogares burgueses que emplean a trabajadores domésticos, relaciones prefiguradas por los roles de las mujeres de color en el trabajo doméstico que han estado combinando el trabajo manual de la fábrica doméstica con la metabolización afectiva.

Los autores plantean que este tipo de marcos analíticos deben comprender múltiples niveles en los que operan los circuitos de producción y reproducción, particularmente en la vida afectiva de las personas. Alexa y otras herramientas domésticas de IA hacen un gesto hacia un colapso de lo corporal y lo no corporal, lo humano y la máquina.

Además, desafían el utopismo del marxismo autonomista, así como los objetivos del feminismo marxista: en lugar de emancipar a los humanos de tareas alienantes, o reconfigurar las relaciones entre las personas que compran trabajo y las personas que hacen ese trabajo, la IA doméstica réplica al trabajador doméstico en el forma de la nube de datos.

Alexa, recuerda el pan: IA doméstica, género y gestión del hogar

El artículo problematiza: ¿en qué medida las máquinas pueden automatizar el trabajo reproductivo y, por lo tanto, aliviar parte de su carga? ¿En qué medida esas tecnologías realmente mecanizan aún más al trabajador?

Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayor disponibilidad de lavadoras, aspiradoras y microondas tenía la intención de disminuir el tiempo y esfuerzo físico requerido para las tareas domésticas, sin embargo, sólo produjo un mayor volumen de trabajo, amplificado en proporción a la eficiencia de la maquinaria.

La experiencia del trabajo reproductivo en el hogar socava las visiones capitalistas y marxistas de la emancipación tecnológica automatizada, ya que gran parte del trabajo reproductivo doméstico es irreductible a la mecanización, como en el ejemplo del cuidado de ancianos.

En este sentido, Alexa existe como una herramienta de recuperación y almacenamiento de información. Las tareas domésticas en las que Alexa es más útil son su capacidad de registrar adiciones a una lista de compras (Alexa, agregar pan a mi lista de compras).

La gestión de datos, ya sea en la mente-cuerpo humano o en una versión externa como Alexa, o, más específicamente, en la nube con puntos de acceso orientados al ser humano, es ahora una forma importante de trabajo doméstico. Este tipo particular de explotación es, en cierta medida, la razón de ser de la AI.

Luego entonces, el hogar contemporáneo, impulsado en parte por dispositivos de inteligencia artificial, es cada vez más una fábrica social y un servidor social: los datos, como las superficies de una casa, deben ser constantemente "limpiados" o "depurados"; la gestión de proyectos domésticos, como las máquinas de una fábrica, debe hacerse lo más eficiente y sin fricción posible; el afecto debe transmitirse como transacciones financieras o circular como capital; los límites entre humanos y máquinas se rompen en el hogar como lo hacen en las fábricas automatizadas.

La IA en el hogar, de hecho, une el trabajo inmaterial y afectivo con la producción, circulación, compra y consumo de bienes materiales, particularmente en la interfaz perfecta de Alexa con Amazon. En este sentido, la IA doméstica puede ser una especie de vértice de los sueños del capitalismo contemporáneo de trabajo inmaterial, integrando como lo hace la producción de subjetividad, comunicación y afecto con las formas tradicionales de producción material.

Con Alexa, lo anterior se desarrolla de la siguiente manera: 1) el valor puede derivarse directamente de la interacción con la máquina; 2) los datos, preferencias, afectos e historias individuales generadas al interactuar con Alexa alimentan a Amazon para desarrollar, comercializar y vender más productos; 3) el uso más obvio de Alexa es facilitar el proceso de compra de productos a través de Amazon; 4), Alexa hace que sea aún más fácil usar otras aplicaciones (como Uber o Seamless) que usan los datos del consumidor y venden bienes y servicios; 5) donde Angela Davis enfatiza la necesidad de socializar las tareas domésticas, la inteligencia artificial doméstica funciona como un mecanismo de privatización, afianzando aún más a las personas y las familias en los flujos capitalistas y al mismo tiempo disminuye la necesidad de salir de la casa o hablar con otro ser humano para completar los procesos de reproducción social.

Conclusión: Alexa, ¿eres un servidor social?

La tecnología puede prometer la desaparición de las relaciones de dominación y sumisión, sin embargo, los autores observan una versión más objetivada de las relaciones amo-servidor que replican la raza, el origen étnico y el género como estructuras sociales ordenadas.

A pesar de las transformaciones históricas a gran escala del trabajo reproductivo, la relegación de ciertas actividades laborales a las mujeres de etnia racial se ha mantenido notablemente consistente. El historiador laboral Louis Hyman señala que este outsourcing de género racializado, disfrazado de automatización, ha sido durante mucho tiempo una práctica del sector tecnológico.

Con la IA en el hogar, la mecanización de las mujeres de color, la feminización de los dispositivos digitales y la división por género del trabajo doméstico convergen en el servidor social. Como nuevo término, (servidor social) proporciona una forma de entender al trabajador doméstico digital, incorporado a los circuitos público-privado y afectivo. Además institucionaliza al trabajo reproductivo y su capacidad de proporcionar simultáneamente respuesta emocional con obediencia.

Los autores concluyen el eje crítico para lidiar con la reproducción social en una era de IA es el de servidor social y la ama de casa digital como nodos dentro de la fábrica social más amplia. En el hogar que tiene, o podría tener, IA doméstica el trabajo de género toma la forma de un servidor en varios niveles, como servidor de datos, servidor de alimentos, servidor de cosas, servidor de necesidades cognitivas y afectivas.

Es decir, Alexa encarna y ensambla tanto el servidor informático que administra, almacena y circula los datos. Tales servidores sociales y sus roles en las formas de trabajo continuas y ambientales mantienen limpios los datos y los hogares de la fábrica social, reproducen patrones laborales dominantes en la fábrica social e insinúan aún más los procesos de circulación capitalista en todo el hogar.

Datos cruciales: 
Nexo con el tema que estudiamos: 

Este artículo es muy interesante porque intenta explicar, utilizando la interseccionalidad y un enfoque marxista- feminista, la reproducción social en los hogares que tienen las condiciones materiales para utilizar Alexa de Amazon.