The financialised firm

Cita: 

Vander Stichele, Myriam [2020], "The financialised firm", State of power 2020, Transnational Institute, Amsterdam, enero, pp. 49-60, https://www.tni.org/files/publication-downloads/stateofpower2020-thecorp...

Fuente: 
Otra
Fecha de publicación: 
Enero, 2020
Tema: 
Las finanzas como el sector responsable del comportamiento corporativo abusivo.
Idea principal: 

Myriam Vander Stichele es investigadora del Centro de Investigaciones sobre Empresas Multinacionales de Ámsterdam y colaboradora del Transnational Institute.


Introducción

Myriam Vander señala que, aunque existen casos representativos de crímenes corporativos como el de Bayer y sus agroquímicos tóxicos o la responsabilidad de daño medioambiental de Exxon, subiste un margen amplio de corporaciones que rara vez reciben ese tipo de atención y denuncia pública. Se trata de corporaciones que no asumen responsabilidad por sus prácticas social y ecológicamente abusivas en contra de sus clientes. Alrededor de éstas existe una cadena de impunidad dado que no existen sanciones por dichas prácticas.

El objetivo del texto reseñado consiste en mostrar que el sector financiero es el que más ha ejercido un comportamiento corporativo abusivo e impune.

Préstamos que permiten un comportamiento abusivo

Los préstamos son, afirma Vander, el servicio más básico que toda compañía financiera brinda a sus clientes. Para optimizar sus servicios y poder ofrecer tasas de interés atractivas a los clientes, los bancos que prestan a grandes corporaciones tienden a especializarse en un sector en particular.

Las grandes corporaciones pueden obtener millones o miles de millones de dólares en préstamos a través de la figura del préstamo sindicado, esto es, un tipo de préstamo concedido por un grupo de prestamistas que es estructurado y administrado por uno o varios bancos comerciales o bancos de inversión. Así, por mencionar un caso, las tuberías subterráneas de petróleo Dakota Access se financiaron con un préstamo sindicado de 2.5 mil millones de dólares liderado por Citibank a través de un consorcio de 17 bancos internacionales. Como puede verse, señala Vander, se trata de meras transacciones financieras donde “las evaluaciones de riesgo de los bancos no toman en cuenta debidamente la cuestión del clima, el medio ambiente y los derechos humanos” (p. 50).

Vander menciona que el grupo de investigación BankTrack ha expuesto a los bancos que brindan préstamos para el financiamiento de proyectos corporativos con uso intensivo de carbono y generadores de contaminación a gran escala. Algunos bancos han hecho frente a las denuncias mediante la emisión de algunas políticas o regulaciones a sus préstamos, sin embargo, no han dado resultados significativos en la práctica. Una muestra de ello es que, a pesar del acuerdo climático de París de 2015, los grandes bancos han continuado dando préstamos a la industria de combustibles fósiles en un monto total estimado de 1.9 billones de dólares.

Los bancos siguen un proceso de globalización para expandir sus servicios a distintas corporaciones del planeta. Actualmente, continua Vander, se están concentrando en establecer negocios en países del tercer mundo, sobre todo, en las transacciones de exportación e importación con el suministro de crédito comercial y garantías de pago.

No sólo sirven a las corporaciones, sino incrementan activamente su poder

Los grandes bancos impulsan oportunidades para que una corporación se fusione o adquiera otra, de manera que la generación de corporaciones más grandes tenga como efecto inmediato solicitar mayor cantidad de servicios financieros y préstamos. Los préstamos bancarios son preferenciales para aquellos negocios que presentan mayores oportunidades negocios. Por ello los bancos de inversión juegan un papel crucial en la construcción de corporaciones gigantes y la concentración corporativa en la mayoría de los sectores de la economía. “Desarrollan planes de fusión y adquisición (M&A, por sus siglas en inglés) financiera involucrando préstamos y acciones, beneficios para los grandes ejecutivos y el recorte de costos” (p. 51).

Está el caso de la farmacéutica Celgene que obtuvo un préstamo de 74 mil millones de dólares (mmd) para adquirir Bristol-Myers Squibb. Los cinco bancos de inversión (entre ellos Morgan Stanley, JP Morgan Chase y Citigroup) que lo hicieron posible recibieron una tarifa de 304 millones de dólares.

Vander indica que el financiamiento de grandes M&A impulsa un círculo vicioso de grandes bancos y grandes corporaciones. La concentración corporativa en un contexto social de leyes de competencia debilitadas significa un menor poder de negociación para los trabajadores y proveedores, y precios más altos para el consumidor.

Creando la bonanza para los accionistas y remodelando la inversión corporativa

La función financiera más significativa que brindan los bancos es la creación de estructuras paralelas de financiamiento. A través de la figura de suscripción, los bancos de inversión dan servicios de financiamiento a las grandes corporaciones mediante emisión de acciones o bonos corporativos.

Vander menciona que el primer aspecto consiste en que los bancos aconsejan a las corporaciones sobre cómo ser más atractivas y rentables para los accionistas y tenedores de bonos. Luego, los bancos analizan la perspectiva y riesgo de la rentabilidad de la corporación. Impulsan que agencias de calificación crediticia les den una buena calificación de inversión. Y recolectan la información en un prospecto que no tiene ningún tipo de obligación legal sobre los impactos medioambientales o sociales que pudiera tener la operación corporativa. Se menciona el caso de Uber como un prospecto que tenía en consideración el riesgo de que los conductores independientes pudieran llegar a adquirir un título legal para ser pagados como empleados, sin embargo, nunca se consideró el impacto medioambiental que implica el negocio en las ciudades.

Un segundo aspecto es que los bancos se aseguran que la cotización de las acciones y bonos sea en una bolsa de valores o fuera de la bolsa. Y un tercer aspecto que es que, tras la valoración bancaria de las nuevas acciones, los bancos compran las acciones y corren el riesgo de no venderlas mientras organizan presentaciones itinerantes para impulsar las acciones entre los inversores.

La emisión de acciones, afirma Vander, permite que las corporaciones diversifiquen sus mecanismos de financiamiento en préstamos o bonos. Los bancos suscriptores obtienen grandes tarifas por la emisión de nuevas acciones y, de esa manera, se evitan la molesta de apartar costosas reservas de capital para brindar préstamos. Volviendo al caso de Uber, se menciona que los aseguradores de la emisión de las acciones de esta firma recibieron honorarios de 106.2 millones de dólares.

Los inversores accionistas recurren a los bancos de inversión para contar con un análisis de rentabilidad de las grandes corporaciones. Los analistas financieros se encargan de dotar de presión a los directivos de las compañías para incrementar su rentabilidad, generalmente, comparan sus tasas de crecimiento con la de otras compañías en el mismo sector.

Ciertamente, no se trata de un proceso transparente. Vander menciona que en muchas ocasiones los bancos de inversión favorecen el comercio de acciones en el mercado de valores, incluso al riesgo de generar un conflicto de intereses si están involucrados en la suscripción de esas acciones. Con tal de evitar la caída de los precios de las acciones en situaciones de grandes ventas, los bancos dividen las ventas de grandes cantidades de acciones en plataformas de negociación no públicas conocidas como dark pool o cajas negras de liquidez.

Las dark pool son, pues, redes donde los inversores institucionales compran o venden grandes volúmenes de acciones sin que los detalles de operación se hagan públicos para el resto del mercado. Vander señala que se han realizado estimaciones sobre el comercio vía dark pool en Estados Unidos. De todo el comercio de activos se estima que aproximadamente 40% fue por dark pool en 2017, un incremento significativo si se tiene en cuenta que en 2010 representaba 16%.

En el mercado financiero se ha priorizado el alto valor de las acciones, de manera que los altos directivos prefieren recomprar acciones en lugar de destinar recursos a la inversión, innovación o empleo. Se trata de un proceso constante de presión para obtener altos rendimientos con acciones que contrastan enormemente con los salarios de los trabajadores. En Estados Unidos casi 7 billones de dólares pararon en las manos de los accionistas como pagos de dividendos y recompras de acciones.

Por lo demás, se indica que la primacía de los accionistas ha tenido un impacto en la estrategia corporativa. Si en 1980 50% de las ganancias era reinvertido en la corporación, en 2018 apenas se reinvierte 7%.

Concentrando poder en el sector financiero

Los nuevos gigantes financieros son firmas con fondos de inversión de billones de dólares que concentran el financiamiento y soportan el crecimiento del mercado accionario y los bonos corporativos. Actualmente los gigantes financieros son BlackRock (la compañía inversora más grande con 7 billones de dólares en activos bajo su gestión), Pimco (firma especializada en inversión de bonos con 1.9 billones de dólares), Vaguard (segunda firma más grande de fondo de inversión con 5.6 billones de dólares en activos) y Amundi (la gestora de activos más grande de Europa con 1.56 millones de euros en activos). Prácticamente mantienen acciones y/o bonos en casi todas las compañías del mundo.

A partir de un artículo de Fichtner, Heemskerk y Garcia-Bernardo [Fichado por el LET: http://let.iiec.unam.mx/node/2606 ], Vander menciona que BlackRock, Vanguard y State Street son firmas estadounidenses de fondos de inversión que representan el mayor accionista en casi 90% de las 500 firmas más grandes del mundo como Apple, Coca-Cola, ExxonMobil, General Electric y Microsoft. Mientras la mayoría de los inversores mantienen menos de 1% de acciones de una firma para evitar riesgos, los “Tres Grandes” llegan a mantener individualmente entre 3 y 8% de acciones, y conjuntamente 17.6%. Esto significa que los “Tres Grandes” disponen de influencia en los votos de las reuniones anuales de las corporaciones y un compromiso directo con los ejecutivos.

En opinión de Vander, la expansión de los fondos de inversión de la última década y su estrecha vinculación con las corporaciones podrían generar una nueva crisis financiera. El poder de los principales fondos de inversión desestimula la competencia en las firmas corporativas ya que los propios fondos son accionistas dominantes de conglomerados que solo apoyan estrategias corporativas similares a la suya.

Desplazando a la sociedad y el medioambiente

Una de las principales consecuencias de la concentración de los fondos de inversión es, afirma Vander, que se ha generado una gran distancia entre el último financiero o inversor y el impacto de las operaciones corporativas en la sociedad y el medioambiente. Dada la cantidad de corporaciones integradas en un fondo y el poco acceso público a la información sobre la participación de las corporaciones en determinados fondos, resulta difícil emprender un escrutinio.

Los gestores de fondos de inversión han permitido que las corporaciones puedan ignorar los intereses de los trabajadores y comunidades y sus preocupaciones sobre el cambio climático. Así, por ejemplo, mientras el CEO de BlackRock escribió una carta pública en 2018 para expresar que las corporaciones deben brindar “contribuciones positivas a la sociedad” y en enero de 2020 publicó otro mensaje sobre la necesidad de agudizar los escrutinios sobre los riesgos climáticos de las inversiones en determinadas corporaciones, por detrás de la escena pública se ha encargado de cabildear contra las leyes de Estados Unidos que buscan definir las inversiones verdes y revelar los riesgos sociales y medioambientales de algunos fondos de inversión.

Por tal motivo, subraya Vander, el activismo medioambiental ha comenzado a confrontar la responsabilidad de los fondos de inversión por financiar prácticas destructivas. La organización estadounidense Friends of the Earth atacó a BlackRock por invertir miles de millones de dólares en corporaciones que contribuyen al cambio climático, destrucción medioambiental y violaciones de derechos humanos como firmas petroleras y gaseras.

Financiamiento de energía y alimentos

El sector financiero se ha encargado de impulsar la adopción de un sistema financiero más complejo en las corporaciones. En realidad, se trata de la difusión de instrumentos financieros que permitan a los bancos salvaguardar su rentabilidad, sin importar los impactos negativos en la economía y sociedad.

Los productos como petróleo, gas, minerales, trigo, café y cacao participan en mercados donde hay muchos actores financieros que configuran la infraestructura comercial, diseñan contratos de derivados, proporcionan análisis, y facilitan el comercio de cobertura y especulación. La oferta y demanda de contratos en los intercambios de productos influyen en los precios por las apuestas sobre la producción futura y la especulación que, contradiciendo a la teoría, no están relacionados con los costos de producción. Los que negocian derivados tampoco tienen ninguna responsabilidad respecto a la calidad de los productos.

Financiarización de corporaciones

Las presiones por conseguir una mayor rentabilidad han transformado los modelos clásicos de negocios. Ahora las corporaciones invierten gran parte de sus ganancias o préstamos en los mercados financieros y no en proyectos corporativos futuros. En el caso de las grandes firmas tecnológicas, se estiman inversiones de un billón de dólares en el extranjero, la mitad en bonos corporativos, y tomando préstamos por 110 mmd a tasas de interés bajas.

Existen otras firmas que se han dedicado a proveerse sus propios servicios de financiamiento e inversión. Supermercados como Tesco y Carrefour ofrecen servicios bancarios y seguros; comerciantes como Cargill proveen crédito y servicios derivados a granjeros; manufactureras de automóviles proveen créditos, seguros y servicios de arrendamiento. Este tipo de servicios financieros facilitan la adquisición de nuevos productos y servicios con costos que, generalmente, se trasladan al consumidor final.

También firmas tecnológicas se han iniciado en servicios de financiamiento e inversión. Vander menciona que Amazon invirtió en Greenlight Financial para que los niños puedan tener tarjetas de débito controladas por los padres para comprar en línea a través de aplicaciones móviles. Facebook ha propuesto la emisión de una moneda digital (Libra) administrada por un organismo corporativo separado y usando tecnología blockchain.

El escenario de la fatalidad

Vander afirma que las corporaciones con fácil acceso a financiamiento tienen pocos incentivos para emprender una transición hacia esquemas de negocios que no comprometan al medioambiente y a la sociedad. La crisis climática actual ha expuesto los peligros de la falta de responsabilidad del sector financiero y las presiones de corto plazo exigidas a las tasas de rentabilidad de las corporaciones.

Desde 2015 un grupo de banqueros advirtió, en el contexto de la Network of Greening the Finantial System, que la fijación de precios de carbono y el cambio climático podrían provocar inestabilidad financiera. El cambio climático puede reducir la producción agrícola, destruir zonas comerciales y hogares, pero al mismo tiempo, la necesidad de reducir el uso de combustibles fósiles desencadenaría la producción de muchas industrias. Ambos fenómenos ocasionarían incumplimiento de pagos de préstamos, caída de precios de acciones y bonos, una fuga masiva de fondos de inversión y acciones de las industrias basadas en combustibles fósiles, y una extrema volatilidad de precios.

Por ello, todavía las grandes financieras están deteniendo las regulaciones y leyes que buscan revelar los impactos negativos climáticos de las corporaciones a las que invierten.

Nuevas opciones para campañas efectivas

En opinión de Vander existen al menos seis reformas urgentes para modificar el sector financiero en un sector al servicio de la sociedad mediante bancos más pequeños y servicios financieros que compartan responsabilidad:

1) Cambio en las leyes para que el sector bancario sea más pequeño y diversificado y los fondos de inversión sean regulados y reducidos.
2) Crear una agencia calificadora pública que investigue prácticas abusivas e impactos negativos corporativos sobre el medioambiente y la sociedad.
3) Sancionar a los bancos de inversión que emiten acciones y/o bonos a corporaciones destructivas.
4) Regular el intercambio de acciones y prohibir la participación de corporaciones que tengan un expediente de malas prácticas.
5) Detener la especulación de los precios de los alimentos y energías no sustentables para que se basen en costos de producción sustentables.
6) Prohibir actividades inútiles para la sociedad como las prácticas especulativas en los préstamos, intercambios comerciales basados en algoritmos, compra-venta de activos.

Vander concluye que dichos cambios suponen el freno a los intentos de las grandes financieras por prevenir las legislaciones y regulaciones en puerta. A través del control del sector financiero resulta más plausible detener las malas prácticas corporativas del resto de los sectores económicos. Se trata, pues, de un proceso de transición hacia sociedades más equitativas, socialmente responsables y ecológicamente sustentables.

Nexo con el tema que estudiamos: 

El texto de Vander presenta un análisis sugerente sobre el papel crucial que juega el sector financiero en las operaciones corporativas de los otros sectores económicos. Aunque el análisis adolece de no concebir la estructura financiera global como una organización corporativa, brinda aspectos relevantes para el análisis de los sujetos activos en el capitalismo del siglo XXI.