The changing geopolitics of energy. America's domination of oil and gas will not cow China
The Economist [2020], "The changing geopolitics of energy. America's domination of oil and gas will not cow China", The Economist, London, 19 de septiembre, https://www.economist.com/briefing/2020/09/17/americas-domination-of-oil...
El verano pasado, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, afirmó frente a petroleros texanos que su país es la potencia energética número uno en todo el mundo. Durante la última década, la producción de petróleo de Estados Unidos se ha más que duplicado y su producción de gas aumentó en más del 50%. Efectivamente, ahora Estados Unidos es el principal productor mundial de ambos combustibles.
Desde el término de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en prioridad absoluta para los estadounidenses, garantizarse el suministro de petróleo por lo que gran parte de su política exterior con el resto del mundo está directamente relacionada con el estado de los hidrocarburos. Sin embargo, los cambios que ha sufrido este sector energético como la baja en su disponibilidad,el reconocimiento de la mayoría de los países de que, por el bien del clima, la dependencia de los combustibles fósiles debe terminar y el cambio de matriz energética hacia la electricidad, han hecho caer la demanda y por lo tanto la producción de gas y petróleo.
La descarbonización que ahora está sucediendo inclinará el equilibrio de poder de los productores hacia los consumidores, afirma The Economist. En este sentido, China se coloca en una doble posición de ventaja y desventaja debido a que es el principal exponente de energía renovable, sin embargo, no es el único país que sufrirá por esto. La crisis del Coronavirus ha sacado a relucir que todos los Estados que sus economías dependen del petróleo, se han debilitado debido al descenso de la demanda.
China aún no ha disminuido considerablemente su demanda de petróleo, lo que ha dado cierta estabilidad al panorama energético actual dotando al gigante asiático del poder suficiente para cambiar los costos del crudo. La competencia por la demanda china, le ha permitido al gigante asiático, colocarse en una posición privilegiada dentro del panorama energético.
Una fortaleza diferente
La alianza de China con Rusia es particularmente importante. Putin se dió cuenta de la importancia de mantener estrechas relaciones con Beijing, por lo que le da una ventaja geopolítica a las empresas rusas.
Por otro lado, China no planea quedarse atrás en temas energéticos, en su nuevo plan quinquenal ya se contempla la necesidad de un sistema energético más flexible y confiable. Lo que le falta a China en suministros de petróleo y gas lo compensa con la política industrial que ha estado utilizando durante mucho tiempo para apoyar la producción nacional de carbón y la energía nuclear, logrando convertirlos en el sector de energías renovables más grande del mundo. Incapaz de ser un “petroestado”, se está convirtiendo en lo que se podría llamar un “electroestado”. Esto no es en sí mismo nada parecido a un triunfo de la acción climática. China continúa siendo el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo.
La evolución de otros sectores como el nuclear, eólico, solar y de baterías de China varía un poco, pero la fórmula básica sigue siendo la misma: aprender de los extranjeros y luego utilizar inversiones masivas y dictado autoritario para apoyar el despliegue a gran escala. Las subvenciones nacionales y extranjeras han ayudado.
En el terreno de los minerales, China se sitúa a la cabecera y su producción de tierras raras y metales estratégicos como el litio le ha valido esperanzas a los inversores chinos. En este sentido, los políticos en Estados Unidos, Europa y Australia han expresado su preocupación por el control chino de minerales críticos no solo para la energía sino también para la defensa.
Aquí vienen todos
Para las tecnologías de energía limpia en particular el panorama es por demás favorable no solamente dentro de China, sino también en el resto del mundo. El generoso apoyo ha proporcionado un gran mercado para los principales fabricantes de aerogeneradores del mundo. Por ejemplo, en su discurso sobre el estado de la UE del 16 de septiembre, Ursula von der Leyen dijo que la Comisión Europea presionará para que las emisiones de carbono sean un 55% inferiores a las de 1990 para 2030. Esto significa que los servicios públicos europeos se sitúen en un futuro cercano a cero emisiones. Para hacerlo, tendrán que comprar aún más hardware de China.
Para maximizar su energía electrostática, China necesita combinar su fuerza de fabricación renovable, y posiblemente nuclear, con acuerdos que permitan a sus empresas suministrar electricidad en un gran número de países. La Agencia Internacional de Energía ha sugerido que tal "diplomacia de infraestructura" podría resultar tan importante para el poder chino en el siglo XXI como lo fue la protección de las rutas marítimas para el poder estadounidense en el siglo XX. Si lo usa con destreza, la transición energética podría traerle ventajas más allá de las que se pueden lograr con plataformas, torres de perforación y tuberías.
1. El valor del sector petrolero en Estados Unidos ha caído más del 50% desde enero. ExxonMobil, una empresa petrolera incluida en el Dow Jones Industrial Average desde 1928, ha sido recientemente eliminada. Con una capitalización de mercado de 155 000 millones de dólares, vale considerablemente menos que Nike.
2. China produce ahora más del 70% de los módulos solares del mundo. Alberga casi la mitad de su capacidad de fabricación de turbinas eólicas. Domina la cadena de suministro de baterías de iones de litio, controlando 77% de la capacidad de la celda y 60% de la fabricación de componentes.
China se está colocando en una posición privilegiada en la transición energética. Sus grandes industrias han sabido migrar de matriz energética y se han aprovechado de otras fuentes de energía para posicionarse geopolíticamente. Esto no necesariamente significa que la crisis climática sea prioridad para el gigante asiático, sino que responde a una urgencia por dejar de consumir energía proveniente de los hidrocarburos la cual tiene su contrapeso en Estados Unidos.