El artículo señala las preocupaciones de Gran Bretaña por la probable adquisición de la compañía privada de tecnología ARM Holdings por SoftBank, una firma japonesa. El crecimiento de las adquisiciones de empresas británicas ha aumentado increíblemente desde la década pasada. Se menciona que los compradores foráneos son, en cierta forma, culpables de que las exportaciones británicas sean menos competitivas, pues al incrementar la demanda por activos británicos, incrementan el valor de la libra. Además a los propietarios foráneos se les acusa de tener una “preferencia doméstica” (home bias), es decir, que sus decisiones benefician a su nación de origen más que a Gran Bretaña.

Una razón que The Economist encuentra en la creciente tendencia de adquisiciones y fusiones es la baja productividad de las empresas británicas. Éstas, en lugar de generar nuevas tecnologías y prácticas –como las multinacionales estadounidenses– se fusionan. Se menciona que cierta parte de la industria británica pesada se ha aliado con firmas extranjeras, algunas japonesas, para mejorar sus prácticas de gestión y administración. Las empresas de propiedad extranjera incrementan la productividad, reducen las pérdidas y costos e invierten más en I&D. Además, modifican las cadenas de suministros e incrementan la productividad de los factores productivos.

The Economist señala que el incremento de la productividad proveniente de adquisiciones foráneas también se debe a los despidos de trabajadores. No obstante, esta es una característica de las adquisiciones en general, no solo de las foráneas en particular. En desventaja, proteger a los trabajos restringiendo las adquisiciones foráneas finalmente solo deprimiría el nivel de vida por mantener a los trabajadores en compañías ineficientes.