Stay well back. Using clever technology to keep enemies at bay. To counter regional challengers, America needs to regain its technological edge

Cita: 

The Economist [2018], "Stay well back. Using clever technology to keep enemies at bay. To counter regional challengers, America needs to regain its technological edge", The Economist, London, 27 de enero, https://www.economist.com/news/special-report/21735476-counter-regional-...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Enero 27, 2018
Tema: 
Los avances en tecnología de guerra por parte de China y Rusia y la “tercera estrategia de compensación” como respuesta estadounidense
Idea principal: 

Mientras Estados Unidos y sus aliados han empleado los últimos 15 años peleando guerras contra fuerzas irregulares en Medio Oriente, Rusia y China se han concentrado en estudiar las vulnerabilidades militares de Occidente y en aprovechar la investigación y desarrollo de tecnologías que al pasar de las instituciones militares al sector civil se han abaratado para utilizarlas con fines de guerra. Por ejemplo, China y Rusia han hecho grandes inversiones en sensores de largo alcance, tecnologías de precisión y en fortalecer sus conocimientos cibernéticos y espaciales para dificultar la proyección de Estados Unidos en sus regiones.

Aunque en el plano estratégico el poder bélico estadounidense es aún indisputado, la inversión que han hecho sus principales adversarios en las tecnologías conocidas como anti-acceso/denegación de zona [anti-access/area denial, A2/AD] “ha eliminado la ventaja tecnológica de Estados Unidos en tal medida que ya no puede contar con la dominancia local en las primeras etapas de un conflicto. Esto significa que los adversarios de Estados Unidos son capaces de proteger operaciones de baja intensidad y paramilitares llevando a cabo ataques de pequeña escala pero altamente precisos contra las fuerzas estadounidenses si intentaran intervenir en nombre de un aliado”.

Es poco probable que los comandantes estadounidenses recomendaran una misión tan riesgosa como ésta a menos que tuvieran la orden de desactivar la red A2/AD de sus oponentes, lo que implicaría atacar objetivos dentro del territorio ruso o chino. Las pérdidas y los riesgos que traería una misión de este tipo serían tan grandes que la harían inviable. Incluso una operación mucho menos riesgosa, como eliminar las defensas aéreas de Siria, fue sumamente onerosa para el ejército estadounidense.

Los principales esfuerzos de China están orientados a deteriorar el poder aéreo de Estados Unidos, limitando así el tipo de guerra que puede llevar a cabo. El primer paso a realizar consiste en lo que los chinos han llamado “dominancia de información”: ataques físicos a los satélites estadounidenses y ataques cibernéticos a sus sistemas computacionales para vulnerar sus redes de comunicaciones. Asimismo, para evitar que los barcos estadounidenses operen cerca de las costas de China, este país cuenta con misiles anti-barcos, submarinos con misiles y aviones que atacarían las embarcaciones de la marina estadounidense, así como las bases militares estadounidenses en Guam y Japón. China está fortaleciendo su flota militar con portaaviones, a lo que se añaden las islas artificiales fuertemente armadas que se están construyendo en el Mar de la China Meridional.

En respuesta, el Pentágono anunció en 2014 su “Tercera Estrategia de Compensación” [“Third Offset Strategy”], “concluyendo que si podía disuadir y derrotar la ‘amenaza constante’ de China, sería capaz de promover los intereses estadounidenses y defender a sus aliados no sólo en la región Asia-Pacífico sino en cualquier otra parte del mundo”. Esta “tercera estrategia…” pone énfasis en áreas como los sistemas de aprendizaje autónomo, la toma de decisiones colaborativa entre humanos y máquinas, sistemas de operaciones avanzados tripulados y no tripulados, armas autónomas conectadas a redes y proyectiles de alta velocidad; todas estas tecnologías tendrán un gran impacto en el futuro de la guerra.

Esta “estrategia de compensación” retoma su nombre de tentativas anteriores por consolidar la ventaja estadounidense en tecnología militar. En la primera estrategia de compensación, en la década de 1950, la ventaja estadounidense en las armas nucleares sirvió para disuadir y repeler a las fuerzas convencionales de la Unión Soviética de atacar Europa. La segunda estrategia, cuando los soviéticos consiguieron la paridad nuclear, consistió en las armas de precisión en la década de 1980, diseñadas para tener resultados similares sin usar armas nucleares. La tercera estrategia de compensación busca emplear las tecnologías emergentes para recuperar la superioridad estadounidense frente a sus adversarios y por tanto su capacidad de proyectar su poderío incluso en situaciones altamente disputadas.

No obstante, a diferencia de las estrategias anteriores, la ventaja tecnológica de Estados Unidos será más breve debido al acelerado ritmo de innovación en tecnologías como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático. Rusia y particularmente China han hecho de la inteligencia artificial una prioridad nacional y tienen mucho menos escrúpulos que los países occidentales para desarrollar estas tecnologías (en China, donde la privacidad no parece ser una cuestión importante para el estado, no existe una división entre la investigación con fines comerciales y las necesidades militares).

Lo anterior no quiere decir que el esfuerzo estadounidense por recuperar su ventaja tecnológica fracasará. Estados Unidos “aún gasta casi tres veces más en defensa que China y, de hecho, más que los ocho siguientes países combinados. Sus fuerzas tienen mucho más experiencia de combate que cualquiera de sus contrapartes, y tiene fortalezas en ingeniería de sistemas que ningún otro país puede alcanzar. Este país sigue dominando el financiamiento comercial a la inteligencia artificial y tiene más empresas trabajando en el área que cualquier otro país”.

No obstante, según expertos el método elegido por el gobierno estadounidense, consistente en hacer múltiples inversiones y esperar a ver qué funciona, fracasa al promover las innovaciones más prometedoras para hacer frente al reto que representan las tecnologías A2/AD de sus adversarios. Los expertos consideran que “Estados Unidos debería aplicar nuevas tecnologías en cuatro áreas principales de la guerra: submarina, ataques [strike], aérea y electromagnética”.

Los submarinos chinos y sus nuevos sistemas activos de sonar han hecho que se vuelva cada vez más peligroso para los submarinos estadounidenses operar cerca de las costas chinas. Por ello, el uso de submarinos pequeños no tripulados que sean difíciles de detectar sería útil para cazar enemigos submarinos en aguas profundas y recolectar datos para inteligencia. Otros submarinos no tripulados más grandes podrían servir para proporcionar carga y misiles adicionales a los submarinos tripulados.

La supremacía aérea que ha tenido Estados Unidos desde el fin de la guerra fría se ha sido seriamente puesta en cuestión. Por ello, para lograr al menos el dominio local, necesitará sensores de mayor alcance, láseres para detectar aeronaves enemigas y vehículos aéreos no tripulados para infligir daños a los sistemas de defensa aérea de sus adversarios antes de enviar bombarderos de mayor tamaño. Las aeronaves tripuladas serán cada vez más plataformas para sensores y recolección de datos.

El dominio del espectro electromagnético tendrá una importancia cada vez mayor. “Nuevas formas de lograrlo incluirán tecnologías sigilosas para ocultar la marca de radar de embarcaciones y aviones; la protección contra ataques a las redes de comunicaciones con base en el espacio; lanzamiento de carnadas; y la defensa contra bombardeos entrantes de misiles. Por ejemplo, las armas electromagnéticas miniatura montadas en una multitud de vehículos aéreos no tripulados prescindibles lanzados cerca de la costa desde un vehículo submarino no tripulado podrían interferir los sensores y comunicaciones del oponente”.

Es poco probable que la torpe estrategia del Pentágono consiga alguno de estos objetivos. Es necesario acelerar el ritmo de la innovación y encontrar formas menos burocratizadas para hacer negocios con las empresas que desarrollan las tecnologías clave. Para este último fin, el Pentágono creó la DIUx (Unidad Experimental de Innovación en Defensa) para hacer equipo con compañías que previamente no trabajaban con el gobierno estadounidense.

Encontrar financiamiento será otro problema, pues la administración actual en la Casa Blanca no considera esta estrategia una prioridad sino simplemente una forma de modernización de la defensa. “Los chinos y los rusos estarán observando con interés”.

Datos cruciales: 

Estados Unidos “aún gasta casi tres veces más en defensa que China y, de hecho, más que los ocho siguientes países combinados.

Nexo con el tema que estudiamos: 

Como ya ha sido señalado (http://let.iiec.unam.mx/node/1503), en China existe una intensa propaganda en torno a Xi Jinping y a su “diplomacia de gran poder” en asuntos de política exterior. Esta política, se dice, consiste en evitar prudentemente la confrontación directa con Estados Unidos para eludir la “trampa de Tucídides”. Sin embargo, al analizar el desarrollo de tecnologías militares y las inversiones en esta materia por parte de China queda claro que la “diplomacia de gran poder” es una retórica –bienintencionada, en el mejor de los casos– que no excluye que los estados involucrados se estén preparando para una gran conflagración. La guerra entre China –potencia emergente– y Estados Unidos –potencia declinante– es una posibilidad latente.

Un análisis más complejo sobre la guerra debe considerar los contenidos concretos: las tecnologías y los escenarios de su despliegue. El artículo destaca algunas de las líneas de disputa entre las principales potencias.