Los vehículos autónomos están llamados a cambiar varios hábitos del transporte y del mundo en el que vivimos, pero existe el peligro de que se cometan los mismos errores que con la introducción del automóvil.

Lo que se está observando es que este tipo de vehículos primero servirán como robot-taxis, a través de aplicaciones, así se utilizarían más, bajando sus costos y promoviendo transporte más barato por milla, en comparación con los costos de ser propietarios privados. El banco UBS menciona que la propiedad de autos en las zonas urbanas decaerá en un 70% para el 2050.

Hoy en día los automóviles están 95% del tiempo sin manejarse, por lo que el cambio hacia robot-taxis conllevará en una re-locación de los estacionamientos en zonas urbanas, se reducirán dramáticamente el número de muertes de carretera; y al ser eléctricos, disminuiría las emisiones dañinas. Además, por su funcionamiento y diseño cortarían el tráfico, y como los carros antes que ellos, los vehículos autónomos re-definirán la forma de las ciudades. Los fabricantes de autos también sufrirán enormes cambios, en vez de vender a los individuos, ofrecerán operadores o se volverán proveedores de servicios de movilidad.

Aún con todas estas ventajas que ofrece la llegada de los vehículos autónomos, su mismo esquema de funcionamiento y negocio puede conllevar negativas consecuencias, las cuales han tenido muy poca atención, y llegaría en manos de gobiernos autoritarios que usarían este avance tecnológico para control social.

Para empezar, los vehículos autónomos grabarán todo lo que suceda dentro y fuera de ellos. Cuando un crimen se cometa, la policía observará en los carros cercanos si se vio algo, Los operadores ahora sabrán mucho más sobre sus conductores. La idea de que no todos los robot-taxis irán a todos los destinos podría abrir la puerta de segregación y discriminación. En países autoritarios, los robot-taxis podrían restringir los movimientos de las personas.

Los vehículos autónomos ofrecen a los pasajeros una menor cantidad de accidentes, contaminación, tráfico y la molestia de buscar estacionamiento, pero a costa de otros factores, especialmente de la habilidad de conducir a donde sea, ya que las decisiones de quien puede ir a ciertos lugares, cuando y cómo son cuestiones naturalmente de política. Hoy en día el peligro es que a los vehículos autónomos se les trate como simples soluciones tecnológicas a los problemas asociados con los carros y que una vez más no se valoren los impactos generales que pueda traer.