Las especificaciones que los países solicitan de sus productos a las empresas exportadoras, puede ser una forma en la que se puede juzgar a una nación. Por ejemplo, en la compañía vietnamita An Paht, que es una de las mayores empresas exportadoras de envases de plástico del sudeste asiático, tiene clientes que demandan bolsas con distintas especificaciones. Los japoneses solicitan bolsas hechas 100% de plástico nuevo, los europeos bolsas biodegradables, y los estadounidenses desean manijas de bolsa que se amarran fácilmente en los nudos.

Actualmente, la empresa An Paht ha buscado satisfacer las demandas de sus clientes estadounidenses, pues de los 2,500 millones de dólares que Estados Unidos importa anualmente de bolsas, dos quintas partes provienen de China. Sin embargo, en septiembre de 2018 fue uno de los productos a los que Estados Unidos impuso aranceles del 10%, lo que motivó a los minoristas a buscar proveedores en otros lugares. De acuerdo con Nguyen Le Hang, director adjunto de An Paht, Estados Unidos no es un mercado fácil, sin embargo, han podido acceder con un fuerte empujón, logrando que sus ventas en los últimos tres meses se duplicaran.

En todo el mundo, tanto empresas como países están compitiendo por los negocios que China no ha podido concretar debido a la guerra comercial. Mientras que Estados Unidos espera que con sus estrategias arancelarias más empresas lleguen al país, aunque no hay nada hasta ahora que pruebe este hecho. Aunque los que sí pueden estar recibiendo beneficios de esta guerra comercial, son otros países en Asia que tienen más facilidad de hacerse cargo de los espacios que China ha dejado vacíos. Tanto aquellos que están arriba de la cadena de valor, como los que están debajo. Sin embargo, la guerra comercial interrumpe en los dos sentidos. Por ejemplo, la red de cadenas de suministro ¨Factory Asia¨ que se extiende por toda Asia, generalmente centrada en China, representa casi la mitad de la manufactura mundial. Lo que puede provocar que muchos países sufran por los aranceles impuestos por Estados Unidos, debido a la fuerte integración que existe entre los países con China. Por lo que los países deberían considerar si las ganancias que les generan los negocios comprados en China son suficientes para compensar la desaceleración de comercio que se ha centrado en China.

Aunque hay que destacar que el cambio que han tenido las fábricas fuera del país chino es algo que se viene dando con antelación a la actual guerra comercial. Pues durante una década, el crecimiento de los salarios ha hecho que las empresas, especialmente aquellas que ocupan mano de obra intensiva, se dirijan a los países asiáticos mas pobres, sin dejar de lado a los sectores más sofisticados que también han salido perjudicados. También en los últimos años China ha presionado a las empresas para que inviertan en instalaciones más modernas debido a sus estándares ambientales. Lo que ha llevado a algunas firmas chinas a invertir en el sudeste de Asia en busca de mejores condiciones para fabricar.

Pero la transición para salir de China no es algo fácil, pues se ha convertido en el mayor exportador del mundo, por las buenas condiciones que ofrecen las empresas de todo el país a los fabricantes, además de que el país chino no deja de ser un gran mercado para los fabricantes, que siempre buscan tener a sus clientes cerca. Estas ventajas, son lo que ha hecho que las fábricas en China sean productivas. Sin embargo, el director ejecutivo Walter Blocker de Vietnam Trade Alliance, un grupo de empresas de productos de consumo, ¨describe al flujo de negocios de China a Vietnam como un diluvio¨. Pues los salarios están aumentando rápidamente, al igual que los precios de la tierra en los parques industriales. Pero de acuerdo con Sudhir Shetty, del Banco Mundial, China no podrá ser reemplazada tan fácilmente, pues considera que los países de la región asiática tienen mas que perder con la guerra comercial, pues la incertidumbre sobre el comportamiento que puede tener el sistema de comercio mundial podría ser muy costoso para la inversión en Asia.

Aunque existe poca evidencia para estimar el imparto de la guerra comercial. Zhang Zhiwei de Deutsche Bank, usó los derechos antidumping de Estados Unidos sobre las lavadoras hechas en China que se impusieron en 2017, como un estudio de caso. En donde las exportaciones de lavadoras chinas cayeron, mientras que se mantuvieron fuertes las de otros países. Las empresas sur coreanas trasladaron su producción a países como Vietnam y Tailandia, algo que les permitió ampliar sus ventas en Estados Unidos. Sin embargo, en enero de 2018, el presidente Trump aplicó los aranceles a todas las lavadoras importadas, provocando que algunos fabricantes asiáticos se trasladaran a Estados Unidos, lo que provocó que aumentara en un 15% el precio de las lavadoras.

Algo es claro, y de acuerdo con datos recientes es que la región asiática ha sido golpeada negativamente, pues en 2017 los países ricos (Japón, Corea del Sur y Taiwan), y los más pobres (Filipinas y Vietnam), lograron que aumentara su tasa a dos dígitos, pero en 2018 se desaceleraron fuertemente. Mientras que las exportaciones chinas se recuperaron 15% más que en 2017. Aunque se debió a que las empresas exportaban lo mas posible antes de que los aranceles entraran en vigor. Actualmente nada es definitivo, y la inversión japonesa en Vietnam sigue creciendo, algo que ha favorecido a empresas como An Paht, que está teniendo la posibilidad no solo de hacerse de nuevos clientes, y no solo para hacer bolsas de plástico, pues la empresa comenzará la fabricación de piezas de lavadoras, teléfonos móviles y más.