Max Fisher es columnista de The Interpreter donde explora las ideas detrás de las grandes coyunturas mundiales. Se unió al The New York Times en 2016.

Amanda Taub es columnista de The Interpreter y The New York Times.

Alrededor de 2016, YouTube instaló un sistema de inteligencia artificial que comprende el comportamiento de consumo de contenidos de los usuarios y los vincula con recomendaciones de otros canales. En Brasil, YouTube, la red social de videos más importante de occidente, se transformó en la principal red social de la derecha brasileña a través de la recomendación de videos con tendencias de extrema derecha. Algunos miembros de la extrema derecha brasileña declaran que su influencia no se habría extendido a tal velocidad de no ser por el sistema de recomendaciones de YouTube, que al parecer fue llevando a los usuarios, de manera sistemática, a programas que ofrecían teorías conspirativas y pensamiento de extrema derecha.

YouTube señala que su algoritmo de recomendaciones fue diseñado para maximizar el tiempo de consumo y que no favorece ninguna ideología política en concreto. El sistema ofrece videos más provocativos sobre un tema con la finalidad de mantener a los usuarios consumiendo contenidos cada vez extremos, guiándolos hacia temas que le sería difícil encontrar o hacia nuevos temas. Zeynep Tufekci, especialista turca en redes sociales, considera a YouTube uno de los instrumentos más poderosos de radicalización en el siglo XXI.

Virgilio Almeida y su equipo de investigadores de la Universidad Federal de Minas Gerais intentaron comprender cómo YouTube transformaba la percepción de la realidad de sus usuarios. La investigación arrojó que los canales de derecha brasileños, a través de la red, lograron expandir su audiencia más rápido y alterar el contenido político del sitio. Después de ver cualquier video sobre política o entretenimiento, YouTube ofrecía canales de derecha sobre teorías conspiracionistas. Un solo canal de derecha abría la puerta a todo un sistema. Cuando el sistema político brasileño colapsó, la popularidad de YouTube estaba en ascenso, la sociedad brasileña quedó expuesta al mensaje de Jair Bolsonaro, en ese entonces diputado, hoy presidente.

YouTube no sólo ha influido en la política brasileña, las teorías conspiracionistas que se propagan por la red social se enfrentan a la medicina científica y sientan las bases de una crisis de salud pública, en especial con relación al Zika. El neurólogo Flávio Santana señala que las fake news son un guerra virtual que llega en diferentes frentes; gracias a los videos de YouTube o a las búsquedas en Google los pacientes cuestionan los consejos de los médicos, muchas veces basándose en videos conspirativos sin sustento real.

La extrema derecha aprendió que a través de los videos conspirativos era posible dirigir la culpa hacia sectores específicos del país: habitantes originarios, feministas, activistas de izquierda, etc. y cuando los canales de derecha empezaron a citarse entre ellos el algoritmo de recomendaciones de YouTube empezó a enlazar los videos. Debora Diniz, antropóloga y activista brasileña, señala que esto se siente como si el espectador estuviese haciendo conexiones. No obstante, quien diseña las conexiones es el sistema. Por tanto Dimiz señala que el algoritmo de recomendaciones de YouTube creó un ecosistema de odio.