El artículo hace referencia a la ausencia de liderazgo global en la pandemia de COVID-19: el G20 ha hecho poco más que una promesa retórica sobre hacer lo necesario y apoyar la suspensión del pago de la deuda de los países del Sur global. Estados Unidos, que lideró campañas mundiales contra el VIH/SIDA y el ébola, no ha tomado las riendas de la pandemia como el imaginario colectivo lo esperaría. Y el Consejo de seguridad de la ONU, según la nota, confirma lo disfuncional que es.

Los cinco miembros permanentes del Consejo de seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) tienen el poder de veto y, según el artículo, Rusia y China podrían tener un pacto formal para ejercer esta capacidad al unísono. Con respecto a la pandemia, es notorio que ha sido difícil organizar a estas potencias para manejar la crisis global: en lugar de entrar en acción sobre COVID-19, el Consejo de seguridad realizó su primera discusión sobre la crisis hasta abril de 2020.

Una posible explicación de la inmovilidad del Consejo de seguridad es que la pandemia se extendió en pleno conflicto entre Estados Unidos y China, mismo que va desde cuestiones comerciales y financieras hasta tecnológicas y geopolíticas. En Estados Unidos se percibe a China como un rival que roba la propiedad intelectual, aprovecha la apertura de los Estados Unidos y tiene la intención de reducir el liderazgo de los Estados Unidos.

Según el análisis de la nota, cualquier retirada de Estados Unidos del liderazgo mundial es una oportunidad para que China gane terreno: mientras que Estados Unidos ha suspendido los fondos para la Organización Mundial de la Salud (OMS), China ha prometido 2 mil millones de dólares para combatir la pandemia.

El presidente Xi Jinping retrata a China como un defensor del multilateralismo y ha promovido canales de influencia fuera de las instituciones creadas por Estados Unidos: creó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, ha defendido y promovido a los BRICS (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica) y a la Organización de Cooperación de Shanghai, un grupo de ocho miembros que incluye a Rusia y los países de Asia Central, así como India y Pakistán, aunado a la Iniciativa Belt and Road, una campaña de infraestructura y desarrollo.

China también ha aumentado su financiamiento en las instituciones existentes, como la ONU: se convirtió en el segundo más grande contribuyente a los presupuestos generales y de mantenimiento de la paz. Además, diplomáticos chinos ahora dirigen cuatro de los 15 organismos especializados de la ONU, incluida la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en Roma y la Unión Internacional de Telecomunicaciones en Ginebra. Los diplomáticos estadounidenses lideran sólo uno.

Los funcionarios chinos se esfuerzan por insertar en los documentos referencias favorables a la Iniciativa Belt and Road y el lenguaje amigable con su interpretación de los derechos humanos, haciendo hincapié en la soberanía y el desarrollo nacional. Además que China pretende evitar las críticas a su represión en Xinjiang o el Tíbet.

Según este análisis, China quiere un camino libre para un mayor desarrollo. Se cita el informe de un think thank Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, que concluyó que China estaba haciendo el mundo seguro para la autocracia.

Por otra parte, en enero de 2020, el Departamento de Estado nombró a un diplomático de alto rango, Mark Lambert, para contrarrestar la influencia de China en la ONU. En marzo de 2020, estos esfuerzos lograron frustrar la apuesta de China por el puesto superior en una quinta agencia de la ONU, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en Ginebra.

En esta sección, el artículo concluye que la administración estadounidense refleja la falta de entendimiento sobre la importancia de las instituciones multilaterales. El enfoque transaccional de la administración Trump ha desconcertado a sus aliados y ha dañado gravemente su confianza en el liderazgo estadounidense.

En busca de un camino intermedio

El artículo continúa apuntando que las potencias medias han estado buscando otras formas de defender el orden liberal: un libro presentado en 2019 por el Ministerio de relaciones exteriores de Noruega a su parlamento identificó la prevención de la erosión del derecho internacional y los sistemas multilaterales como un "interés primario de política exterior".

Mientras que en Nueva York, Francia y Alemania se lanzó una Alianza para el multilateralismo, con el objetivo de forjar diversas coaliciones para tomar la iniciativa en temas que van desde noticias falsas y uso responsable del ciberespacio hasta la igualdad de género y el fortalecimiento de las instituciones internacionales.

Además, después de que Trump abandonó el Acuerdo Transpacífico, Australia, Japón y otros nueve países siguieron adelante por su cuenta. La UE y Japón completaron un acuerdo comercial que cubre un tercio del PIB mundial.

En tales empresas "minilateralistas" o "plurilateralistas", los gobiernos nacionales no son los únicos actores, ya que participan organizaciones regionales, organizaciones no gubernamentales (ONGs) y los líderes empresariales también. Por ejemplo, en respuesta a la pandemia, la Fundación Bill y Melinda Gates, está tomando una parte más prominente que muchos gobiernos.

Para el artículo, no está claro si estos movimientos dispersos de nivel medio pueden ascender a más que la suma de sus partes. Michael Fullilove, del Instituto Lowy, sugiere que los países con ideas afines deberían formar una "coalición de responsables". Dado que algunas potencias medias, como Taiwán y Corea del Sur se han distinguido por su respuesta a la pandemia, también propone "coaliciones de los competentes".

Sin embargo, la nota continúa señalando que sin un poder dominante para establecer una agenda, forzar el impulso y proporcionar una gran cantidad de fondos, es muy difícil que los países cooperen. En el mejor de los casos, se necesitaría que la potencias medianas actúen para retrasar la erosión del orden liberal. Si los poderes medios están activos, también lo están los más pequeños (ver Dato crucial 1).

El ejemplo que da la nota es el de San Vicente, que solo cuenta con 6 embajadas en el mundo, sin embargo, ha tenido influencia. Su misión en Nueva York se ha expandido ya que tiene actualmente uno de los diez escaños no permanentes en el Consejo de seguridad de 15 miembros. Esto significa que aboga por el principio fundamental de la adhesión de todos los países al Derecho Internacional Público. Además, los países pequeños tienen una idea muy clara y fuerte sobre la igualdad soberana, la no injerencia y la no intervención.