Violencias del capitalismo en épocas de bifurcación

    Presentación

    La inestabilidad social creciente que caracteriza al capitalismo contemporáneo se acompaña de una expansión de las formas de la violencia, que juega un papel central en las relaciones de poder: el ejercicio de la violencia tiene como objetivo asegurar la acumulación de riqueza en detrimento de las diversas prácticas de interacción social. La violencia no es un proceso excepcional, ni anormal en el mundo contemporáneo, es uno de los mecanismos más efectivos para darle fuerza a un sistema civilizatorio decadente. Su expansión en todo el mundo funciona de manera selectiva, no es igual en todas las geografías ni en todos los contextos sociales. En el marco de un capitalismo decadente es preciso indagar acerca de las finalidades que tiene la diseminación de formas tan diversas de violencia: quiénes se benefician de ellas, cuáles son los ordenamientos que imponen y qué garantías y peligros representan para la acumulación de capital.

    Las múltiples formas de ejercicio de la violencia en el mundo contemporáneo son un síntoma más de la autodestrucción del proyecto civilizatorio capitalista. Este modelo de sociedad, que “nace chorreando lodo y sangre” se encuentra en un atolladero: las bases materiales de su reproducción y las condiciones técnicas y tecnológicas de su producción llegaron a límites infranqueables. En medio de ello, se hacen intentos para gestionar la descomposición del sistema con el propósito de dar continuidad a la generación de ganancias y mundos de ensueño para pocas personas en detrimento de millones, aun poniendo en peligro las condiciones mínimas para las existencias no-humanas y humanas.

    En este contexto, la violencia juega un lugar preponderante: en sus distintas formas, opera como mecanismo que contiene la acelerada caída del sistema e intenta darle dirección, para garantizar que los efectos sean desiguales, y afecten en último momento a las élites. Esto no significa que haya una conspiración centralizada desde la que se diseñan las formas de la violencia; lo que sucede es que desaparecen o se degradan las mediaciones sociales que acotaban su ejercicio. La violencia, en sus formas capitalistas, lleva la marca del terror y el exterminio.

    La guerra en Ucrania, la situación social que no deja de degradarse en el conjunto del planeta, y el recurso generalizado a la militarización de las sociedades como principal respuesta ante la inestabilidad creciente, son algunos de los procesos que señalan la importancia de las violencias para el sistema capitalista. Como parte de nuestras investigaciones sobre el colapso sistémico, presentamos dos reflexiones iniciales que intentan caracterizar la violencia y sus formas contemporáneas. Mediante ellas, invitamos a debatir sobre este aspecto que, generalmente, se trata como una anomalía o una situación grave pero pasajera, y no como conjunto de relaciones constituyentes del sistema de poder.

    La violencia nuestra de cada día - Daniel Inclán

    El tiempo de la violencia generalizada - Raúl Ornelas

    Bibliografía mínima sobre la violencia en el capitalismo contemporáneo