Disorder under heaven: An archipelago of empire.  America’s seven-decade history as Asia’s indispensable power. Pax Americana

Cita: 

The Economist [2017], "Disorder under heaven: An archipelago of empire.  America’s seven-decade history as Asia’s indispensable power. Pax Americana", The Economist, London, 22 de abril, http://www.economist.com/news/special-report/21720717-pax-americana-amer...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Abril 22, 2017
Tema: 
La influencia de los Estados Unidos como el hegemón regional en Asia durante las últimas siete décadas y las pretensiones hegemónicas de China
Idea principal: 

“El punto es obvio pero no por ello menos extraordinario: a pesar que Estados Unidos no es parte de Asia, ha sido el hegemón de la región por más de siete décadas”. Es por ello que cualquier cambio en su postura bajo la presidencia de Donald Trump se sentirá rápida y fuertemente en la región.

La presencia de Estados Unidos en Asia se justifica por los sacrificios hechos por las tropas estadounidenses para recuperar la región del dominio japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, sólo Corea del Norte se cuestiona la presencia de Estados Unidos en la región, pero incluso en su retórica de odio se puede detectar una especie de admiración hacia los estadounidenses.

Bruce Cumings, de la Universidad de Chicago, se refiere al poder estadounidense como un "'archipiélago del imperio' que rodea al mundo"; este archipiélago tiene más de 800 bases militares en el Pacífico o cerca de éste. El poder de Estados Unidos sobre la región es representado por el Comando del Pacífico, un comando estadounidense asentado en Hawai y que vigila lo que se conoce como región Indo-Asia-Pacífico, tan amplia que abarca 14 zonas horarias. La Séptima Flota, situada al sur de Tokio, está destinada al este de Asia; esta flota es quizá la unidad de batalla más poderosa del mundo, con más de 60 embarcaciones, 140 aviones y 40 000 marines. “Un quinto de Okinawa, la principal isla del archipiélago más meridional de Japón, está cedido a las fuerzas estadounidenses. Para las 28 500 tropas estadounidenses en Corea del Sur, la zona desmilitarizada en la frontera con Corea del Norte es la última cuerda de trampa [tripwire] de la guerra fría: si las fuerzas de Kim Jung Un hicieran algún movimiento a través de la frontera, se enfrentarían a una respuesta inmediata”.

Por otra parte, sorprende cuan poco ha cambiado la estructura de poder de los Estados Unidos en la región desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces las colonias británicas, francesas, portuguesas y holandesas han desaparecido; lo mismo sucedió con Unión Soviética. Sólo Corea del Norte continúa siendo una amenaza para la región, pero las fuerzas estadounidenses están ahí para contenerla. "No sólo en la península de Corea sino en toda Asia, Estados Unidos continúa siendo un poder indispensable, un eje para la estabilidad regional, la democracia y el libre comercio”.

La sorprendente senda de desarrollo seguida por el este asiático debe mucho a la naturaleza del poder estadounidense y a la estructura de alianzas de la región, que ha producido éxitos económicos que no han sido alcanzados en algún otro lugar. Algunos ejemplos de lo anterior son Japón, Corea del Sur y Taiwán, que recibieron las incalculables ventajas de seguridad y asistencia técnica gracias a los estadounidenses mientras se concentraban en su desarrollo. Un aspecto que fue crucial para el desarrollo de estos países es que Estados Unidos no les pidió como contrapartida ante el apoyo recibido que abrieran sus mercados (al menos, inicialmente). Por el contrario, “ellos pusieron todos sus esfuerzos en construir bases manufactureras orientadas a las exportaciones, cerrando sus mercados a los competidores extranjeros. Por medio de lo que después se llamó ‘represión financiera’, pusieron en funcionamiento controles de capital, tipos de cambio baratos y préstamos subsidiados para canalizar dinero hacia la inversión corporativa y la infraestructura estatal”. Gracias a ello, los países del sureste asiático pudieron andar una senda inédita de desarrollo.

Hay otro aspecto en el que la influencia estadounidense ha sido determinante para el este asiático: la política. "Con el paso del tiempo, la necesidad de la aprobación de su mecenas los forzó a adoptar sistemas políticos democráticamente responsables". Esto sucedió en Japón y Taiwán. En Corea del Sur, Estados Unidos toleró una dictadura militar durante la Guerra Fría, pero probablemente no lo hubiera hecho después de la caída del muro de Berlín. "Hoy los tres países están entre las tres democracias más acérrimas de Asia".

Lo que nadie se esperaba era el cambio en el orden asiático de la posguerra. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, China –que se volvió un aliado de Estados Unidos al contener al ejército japonés y que fue considerado por Franklin Roosevelt como un país que debía ser uno de los "cuatro policías" del mundo– se convirtió en un país comunista después de que Mao Zedong y sus hombres revivieron el desencanto popular para ganar la guerra civil en 1949. Esto modificó sustancialmente el tablero de ajedrez en Asia durante la posguerra. Al año siguiente de la victoria de los comunistas, lejos de ser un aliado, China luchaba contra Estados Unidos en la península de Corea. La relación con China no mejoró sino hasta dos décadas después, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon hizo una visita a Beijing.

Las condiciones para el mejoramiento de la relación sino-estadounidense fueron preparadas por la ruptura en las relaciones de los chinos con la Unión Soviética en 1960. "Por más de cuatro décadas, China ha sido un inequívoco beneficiario del orden estadounidense. Si Estados Unidos no hubiera mantenido seguro el vecindario y no hubiera respaldado los mercados abiertos, China no hubiese cosechado semejantes beneficios de las reformas de mercado que puso en marcha en las postrimerías de la década de 1970. China se benefició de estar cerca geográficamente del dinamismo económico y las redes de distribución de los tigres del este asiático. Al carecer de la tecnología, la gestión y el acceso a los mercados occidentales que ofrecían los aliados estadounidenses, China se abrió a sí misma a la inversión extranjera –una entrega sorprendentemente pragmática de la soberanía económica. Pero ahora que China se ha vuelto más rica y más poderosa, sus aspiraciones de liderazgo regional e incluso de hegemonía se están volviendo cada vez más fuertes".

Nexo con el tema que estudiamos: 

Para las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial la presencia en Asia era estratégica: contener al enemigo comunista, que amenazaba con extenderse no sólo hacia el occidente sino también con fortalecer su influencia regional en Asia. Por ello, Estados Unidos –país que fungió a la vez como mecenas y hegemón de Asia– gastó ingentes cantidades de dinero en fomentar el desarrollo capitalista en algunos países de la región y en conectarla con el resto del mercado mundial mediante la inversión en infraestructura.

China –que se ha beneficiado de las condiciones generadas por la presencia estadounidense en la región– está poniendo en cuestión la larga hegemonía de los Estados Unidos sobre Asia. Hoy la disputa por la hegemonía regional está en marcha, no sólo en el ámbito económico sino en lo político y cultural. La disputa hegemónica puede darse en diversas arenas –incluso en la militar– y puede seguir muy distintas trayectorias. El desenlace está por verse.

Aquí pueden consultarse las otras fichas de los textos de este reporte especial de The Economist:
http://let.iiec.unam.mx/node/1345
http://let.iiec.unam.mx/node/1356
http://let.iiec.unam.mx/node/1363