Chairman president. Corporatism’s long history in America. The tradition of politicians intervening in business

Cita: 

The Economist [2016], "Chairman president. Corporatism’s long history in America. The tradition of politicians intervening in business", The Economist, London, 10 de diciembre, http://www.economist.com/news/briefing/21711500-tradition-politicians-in...

Fuente: 
The Economist
Fecha de publicación: 
Sábado, Diciembre 10, 2016
Tema: 
Estados Unidos: una historia de periodos intervencionistas. La singularidad de Trump.
Idea principal: 

El artículo contrasta el intervencionismo de Trump con otros momentos intervencionistas en la historia de los Estados Unidos para señalar sus similitudes, límites y errores.

Donald Trump, un empresario en la silla presidencial ha considerado prioritarias las cuestiones corporativas, tomando como principales directrices la creación de empleos y mejores salarios. Casos de éxito parecen ser las recientes persuasiones sobre Ford y Carrier –ésta última se mantendrá en Indiana bajo la promesa de exenciones fiscales.

Para The Economist el intervencionismo mediante el poder de la Casa Blanca tiene una larga tradición en los Estados Unidos. Data desde 1791 cuando el primer tesorero Alexander Hamilton (1789-1795) argumentó a favor de proteger las industrias nacientes. En la actualidad los estados compiten furiosamente por atraer a los empresarios –a través de inversiones y subsidios. Los presidentes también han tenido diversos intentos de direccionar la actividad empresarial utilizando todos los medios que estén a su alcance –intimidaciones, reconocimientos, reglas amplias, negociaciones, fondos de lanzamiento y hasta nacionalizaciones. En ese marco, la revista señala que el intervencionismo de Trump únicamente difiere por su grado.

El artículo afirma que las intervenciones son populares porque generan resultados inmediatos. Un fuerte lapso del gobierno federal en los negocios comenzó en la segunda mitad del siglo XIX con los ferrocarriles mediante el apoyo con presupuesto federal y grandes concesiones de tierras. Durante la Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson (1913-1921) nacionalizó las vías del tren, los canales, las líneas telegráficas y la producción de armas (además expropió las subsidiarias de las empresas alemanas en Estados Unidos). Herbert Hoover (1929-1933) persuadió a Henry Ford para incrementar los salarios en sus plantas de producción, la re-inversión de sus utilidades y a no recortar empleos. Para ello Hoover redujo la inmigración y firmó la Ley Smoot-Hawley para aumentar los impuestos sobre miles de importaciones protegiendo a las empresas nacionales.

Tren de pensamiento

En ocasiones la Casa Blanca ha tomado posturas de control directo sobre los negocios como Roosevelt (1933-1945) cuando publicó regulaciones sobre las actividades de los empresarios y posteriormente Harry Truman (1945-1953) al decomisar más de 28 empresas –carnicería, ferrocarriles y refinerías de petróleo– a menudo en respuesta de conflictos laborales.

Por otro lado la intimidación es otra forma efectiva de usar el poder de la presidencia. Teddy Roosevelt (1901-1909) criticó a los dueños de las grandes corporaciones como malhechores de gran riqueza y emprendió procesos judiciales antimonopolio. John Kennedy (1961-1963) enfrentó públicamente a los empresarios del acero –ante un anuncio de incrementar sus precios– acusándolos de que su poder e interés privado excedía el sentido de responsabilidad pública con los estadounidenses. Richard Nixon (1969-1974) congeló los salarios y los precios en respuesta a un verdadero problema de precios a la alza.

También los presidentes han orientado su poder para conceder grandes favores. Cuando Francia y Alemania impusieron impuestos a los bienes estadounidenses, Lyndon Johnson (1963-1969) respondió con impuestos a las importaciones de camiones de carga, lo cual resulto beneficiando a la industria de carros en Estados Unidos. Ronald Reagan (1981-1989) impuso restricciones a las exportaciones de los fabricantes de autos japoneses. Bill Clinton (1993-2001) utilizó diversos mecanismos –beneficios fiscales, acuerdos, restricciones en operaciones o adquisiciones– para incentivar ciertas industrias. Desastrosamente los bancos fueron alentados a emitir más préstamos subprime para promover el interés de la administración en la adquisición de viviendas por las personas más pobres. Barack Obama (2009-2017) emitió un gran número de reglas que dan poderes discrecionales al poder ejecutivo.

¿Está funcionando?

El objetivo de Trump de incrementar los empleos en la manufactura requiere revertir una tendencia a la baja durante setenta años (Ver Dato Crucial 1). Los inversionistas directos se ven particularmente tensos. Los subsidios en la industria automotriz proveen una explicación de porqué los grandes fabricantes de autos estadounidenses fueron tan poco competitivos que llegaron al punto de casi perecer en la crisis financiera 2008, sobreviviendo únicamente por un rescate gubernamental. La falta de competitividad distorsionó la producción y dejó a los productores estadounidenses incapaces de responder cuando los altos precios del combustible orientaron a los compradores por vehículos más eficientes en combustible.

El artículo concluye que los momentos intervencionistas –ya sea mediante la persuasión o por decreto oficial– tienden al fracaso. Kennedy y su coraje contra la industria del acero atacaba solamente el síntoma de la inflación, en lugar de ir sobre el problema mismo: los onerosos contratos laborales y una falta de inversión. Los controles salariales y de precios por Nixon fueron destrozos, la producción se desaceleró y las estanterías de las tiendas se vaciaron. La estrategia de Hoover de preservar los salarios y los empleos minó la habilidad de las empresas para ajustarse ante una desaceleración económica y su pacto Smoot-Hawley causó una depresión mundial por socavar el comercio.

The Economist señala que a pesar de lo ilustrativos que sean los errores de las lecciones intervencionistas es probable que Trump provoqué otros. Ninguno de sus antecesores ha mostrado el mismo placer que Trump tiene por las negociaciones que producen ganadores y perdedores. Sólo por esa razón, de acuerdo con la revista, el intervencionismo de Trump puede ser más duro que cualquier otro en el pasado reciente.

Datos cruciales: 

1. Gráfica 1. El empleo en la manufactura como porcentaje del empleo total en Estados Unidos, 1945-2016. En todo el periodo se observa una tendencia a la baja de la tasa de ocupación en la manufactura. En 1945 la tasa era próxima al 40% de la ocupación total en 2016 representa menos del 10%.

2. Gráfica 2. Cambio porcentual de la participación del empleo en la manufactura sobre el empleo total de 1990-2014, 10 países. Gran Bretaña tuvo un cambio de casi el 50% mientras que Estados Unidos alcanza el 30%.

3. La administración de Obama perdió $535 millones de dólares en garantías públicas para Solyndra, un fabricante de paneles solares que terminó en bancarrota en 2011.

Cápitulos relevantes para el proyecto: 

El pensamiento liberal descarta toda actitud intervencionista apostando a la racionalidad perfecta del mercado. Su concepción de la economía como algo atemporal lo limita a concebir las condiciones actuales (de tiempo y espacio) del mercado mundial sobre las que se busca implementar el intervencionismo de Trump (algo que no solo difiere en grado respecto los anteriores intervencionismos). Las grandes corporaciones transnacionales del siglo XXI no se comparan en dimensión (poder, tamaño, riqueza…) con sus antecesoras. Las condiciones del mercado y de la competencia contemporánea tienen características singulares del capitalismo presente siglo XXI. La contradicción entre el voluntarismo de Trump y el status quo va a determinar qué tantos cambios lograrán las estrategias del nuevo gobierno estadounidense.

Otras fichas en el LET sobre la discusión de las medidas de Trump en la economía estadounidense:

America’s new president. The Trump era. His victory threatens old certainties about America and its role in the world. What will take their place?

The burning question. Climate change in the era of Trump. With or without America, self-interest will sustain the fight against global warming

Trump’s world. The new nationalism. With his call to put 'America First', Donald Trump is the latest recruit to a dangerous nationalism

America and the world. The piecemaker. For seven decades America has been the guarantor of global order. It may now become a force for instability

The world economy. Our election, your problem. A Trump presidency will be bad for the world economy and worse for places outside America

The president and corporations. How Donald Trump is changing the rules for American business. The president-elect has a new approach to dealing with corporate America. It is not all good news

A Trump White House. The 45th president. What is Donald Trump likely to achieve in power?

American business. Meet the new boss. Businesses may come to love or to fear Donald Trump. Either way, they will have to make a deal